Anaya y su fallido deslinde de la crisis de seguridad iniciada por Calderón

Anaya critica la supuesta militarización, pero olvida que su propio partido desató la guerra que aún hoy enfrenta México

Durante la conferencia de prensa ofrecida por el senador Ricardo Anaya, se abordaron múltiples temas relacionados con la situación actual del país y del Partido Acción Nacional (PAN). Sin embargo, un punto especialmente notable fue el deslinde que Anaya intentó hacer respecto a la crisis de seguridad que ha golpeado a México desde el sexenio de Felipe Calderón, su compañero de partido.

Es particularmente irónico escuchar a Anaya criticar la militarización de la Guardia Nacional y lamentar el «fracaso» de la estrategia de seguridad que se ha seguido en los últimos tres sexenios, cuando es bien sabido que esa militarización comenzó precisamente con el gobierno de Calderón, bajo la bandera de la «guerra contra el narcotráfico». Calderón, líder panista, desató una espiral de violencia sin precedentes en el país al implementar esta política de confrontación directa con los cárteles, utilizando al ejército como eje central.

Anaya, quien fue parte del PAN durante esa época y ha ocupado importantes posiciones dentro del partido, ahora pretende desmarcarse de esa herencia política, pero es difícil tomar en serio sus críticas. Durante su conferencia, señaló que «la militarización ha sido un absoluto fracaso», pero ¿dónde estaba Anaya cuando su propio partido estaba al frente de esa estrategia? En lugar de asumir responsabilidad, el senador parece evadirla, distanciándose convenientemente de los errores cometidos por su partido y atribuyendo la continuidad de esta fallida política exclusivamente a los gobiernos posteriores.

Este intento de lavar la cara del PAN ignora deliberadamente que la violencia y la inseguridad actuales tienen raíces profundas en la estrategia inaugurada por Calderón. El aumento de homicidios y la expansión del crimen organizado se exacerbaron durante ese sexenio, y los gobiernos posteriores solo han heredado una situación insostenible. Anaya habla de la «máscara» del oficialismo al querer continuar con la militarización, pero evita enfrentar el hecho de que esa máscara fue colocada por su propio partido.

El problema de Anaya no es solo que critique la militarización actual, algo que muchos consideran legítimo, sino que lo hace sin reconocer que fue su propio partido quien abrió esa caja de Pandora. Este tipo de oportunismo político refleja una falta de autocrítica y una negación de la responsabilidad que Acción Nacional tiene en la crisis de seguridad que vive México. Anaya intenta posicionarse como un líder reformista, capaz de renovar al PAN y, por ende, al país, pero sin enfrentar las sombras que su propio partido ha dejado tras de sí.

Si Anaya realmente quiere que su discurso de renovación sea tomado en serio, no puede limitarse a criticar las acciones del presente sin hacer una autocrítica honesta del pasado. Eludir la responsabilidad y tratar de presentar al PAN como una fuerza moral sin abordar sus propios errores solo contribuye a perpetuar el mismo sistema que él dice querer cambiar.


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