DÍAS DE GUARDAR Domingo 18 de febrero de 2024

*Miguel Márquez: el cinismo como bandera; *Tardío despido de Mario Bravo en Seguridad de León; *Universidad de Guanajuato, retroceso medieval


1.- Rescatar valores pide sepulturero de democracia panista

Si por algo el ex gobernador Miguel Márquez Márquez será recordado en la historia política de Guanajuato, es por los valores negativos de su gestión.

Fue el sexenio donde explotó la violencia y la crisis de homicidios; donde se adquirió un oneroso proyecto tecnológico de vigilancia que no sirvió de nada más que para enriquecer a Seguritech, la empresa que lo vendió, y donde se encumbró al procurador que naturalizó la impunidad, Carlos Zamarripa.

Fue el gobierno donde un cabildero privado, Rafael Barba Vargas (a) el Gallo, aprovechó su compadrazgo con el mandatario para intervenir en todos los procesos de compras, licitaciones y asignaciones de obra, para acumular una fortuna que lo llevó de la quiebra y las deudas a un exilio dorado en Texas junto con toda su familia. Si Márquez fue su cómplice o fue el tonto útil de la trama, sólo él lo sabe.

Fue la etapa política en la que se enterró la democracia interna del panismo y se sacralizó el dedazo como instrumento sucesorio y de control político. En ese periodo el PAN dejó de ser un partido con vida propia para convertirse en una dependencia del gobierno.

Quizá la mayor tragedia es que la corrupción, las omisiones y las complicidades ni siquiera recibieron la sanción pública del desprestigio, pues Márquez inundó de dinero a los medios de comunicación a través de su oficina de prensa, cooptó a la oposición política y a los líderes empresariales.

Hoy, en el colmo de la perversidad, Miguel Márquez regresa a la palestra política como candidato al Senado, porque “su partido lo necesita”. Su vieja complicidad con los medios le sigue dando resultados, esta semana el diario y la televisora de Milenio-Multimedios le regalaron una entrevista donde se atreve a dar consejos a los panistas diciéndoles que es hora de “volver a los principios de servicio y repensar el partido de cara a los ciudadanos”.

Es una pena la escasa presencia y nula penetración del medio que le dio cabida a unas afirmaciones que pintan de cuerpo entero a un político de doble discurso, pues sería interesante que los panistas que conocieron un partido vivo y autónomo escucharan los “consejos” del político que liquidó la libertad interna y su llamado a “repensar el futuro”.

Márquez regresa a la vida pública en el escenario nacional, va allí con una reputación dudosa que no tendrá la protección de la que ha gozado en su estado. Difícilmente será un polemista en el debate, pues entonces colocaría los reflectores sobre su propio desempeño donde hay demasiados cabos sueltos que merecen profundizarse.

El sermón de la montaña de Miguel Márquez sería cómico si no fuera demasiado trágico.

2.- La inseguridad, amenaza electoral para Alejandra

La alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez, soportó por mucho tiempo a su ineficaz secretario de Seguridad Pública, Mario Bravo Arrona, principalmente por razones políticas. Lo mismo había ocurrido con su antecesor, Héctor López Santillana, quien aceptó la designación del ex escolta no porque tuviese el perfil, los conocimientos o la trayectoria, sino por tratarse de una “sugerencia” del gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.

Desde muy pronto se supo que el ex chofer de Luis Mariano Hernández Aguado cuando fue secretario del ayuntamiento en los años 90 del pasado siglo y el verdadero artífice de su ascenso, no tenía los conocimientos ni las habilidades para dirigir una corporación de policía compleja, enorme, lastrada por problemas históricos y enfrentada a un incremento de la inseguridad.

Alejado del círculo de Alvar Cabeza de Vaca, a Bravo no le ayudó la incorporación de un cuadro policial cercano al secretario estatal, Jorge Guillén Rico, como jefe de policía. La combinación no funcionó y los caprichos e inseguridades del secretario terminaron por estorbar a su principal colaborador.

Por si fuera poco, Bravo nunca ocultó su verdadera adscripción al equipo de Diego y cuando se vinieron las tensiones por la competencia preelectoral, jugó en contra del equipo de la alcaldesa, no con apertura, sino más bien con dobleces y deslealtad.

Pero su mayor pecado fue su ineficacia. Incluso, la decisión de la alcaldesa de removerlo se aprecia muy tardía y podría no tener el efecto esperado de mejorar la percepción de la administración en materia de seguridad de cara a la contienda electoral.

Dueña de sus decisiones dentro de la administración, así haya sido luego de pedir el beneplácito del gobernador del estado, Alejandra Gutiérrez pudo concretar una decisión que busca aligerar las críticas y los reclamos en los sesenta días de la campaña, lo que denota que el momento de mayor sensibilidad de los políticos es también aquel donde se registra su mayor vulnerabilidad.

Que esa fórmula pudiera repetirse a nivel estatal, con movimientos en la cúpula de seguridad, se ve más que complicado, pese a que vendría a ayudar de forma decisiva a la campaña por la gubernatura. El tema es que esa decisión depende de Sinhue, no de Libia, y se ve complicado que el gobernador quiera afrontar ese reto que no podría delegar en segundas manos.

El nuevo comienzo no podrá empezar en la víspera.


3.- Universidad cerrada, mala señal de la nueva rectora

Por primera vez en la historia, la Universidad de Guanajuato ha considerado que debe pedir una acreditación a los medios de comunicación que cubren las actividades de esa institución, lo cual implica registrarlos en un listado, solicitarles una carta del medio al que pertenecen y una credencial del mismo.

Durante el pasado proceso de selección de rector, la Universidad fue sede de diversas manifestaciones y eventos, algunos de carácter institucional, otros como disrupción y protesta de miembros de la comunidad universitaria, los cuales fueron cubiertos ampliamente por periodistas de distintos medios convencionales, alternativos o independientes que ejercen su tarea en las redes sociales.

La ventilación de un proceso que en sí mismo fue polémico, que fue cuestionado por algunos de sus protagonistas y que incluyó la manifestación de inconformidades con el marco normativo y su resultante, fue incómodo sobre todo para el rector saliente, Luis Felipe Guerrero Agripino, a quien se acusó de injerencia indebida en el mecanismo sucesorio con la intención de propiciar una continuidad.

Las publicaciones sobre el desarrollo del relevo rectoral seguramente tampoco gustaron a la nueva administración, toda vez que pusieron en duda la legitimidad de la decisión final.

Ahora, con la decisión del área de comunicación de la UG, que resultaría inexplicable sin el aval de la rectora general, Claudia Susana Gómez López, de la cual depende esa función, queda en evidencia un intento de control de la cobertura periodística en torno a la vida universitaria.

La medida no irá muy lejos, al ser violatoria de garantías individuales, algo que deberían saber doctos abogados como Guerrero Agripino y buena parte de sus asesores, pero habla con claridad del retroceso inquisitorial en la casa de estudios que uno de sus mayores rectores, Armando Olivares Carrillo, quería convertir en “un resonador potente que registre las más pequeñas vibraciones que provengan de todos los rumbos del destino del hombre”.


Arnoldo Cuéllar Ornelas
@arnoldocuellaro

Periodista, analista político. Fundador del Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública, medio digital y asociación civil.


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