GUANAJUAMOCHES

Arturo Miranda Montero

En la minería, cuando se encuentra una veta se clava el clavo. Así le hacen los ambiciosos de ahora.

La plata hoy se obtiene con los permisos para hacer tal o cual cosa. No es casualidad que todo esté invadido por carpas de todos tipos y tamaños: calles, callejones, plazas, jardines, todo espacio esta permitido por el ayuntamiento para vender lo que sea.

¿Cuánto cuesta el metro en cada lugar? ¿Cuánto un permiso para edificar un estacionamiento de seis pisos? ¿De a cómo el permiso para otro hotel, bar, antro o cantina? ¿Los giros negros valen más? ¿El costo por cambiar usos de suelos? Pues eso, los permisos son la veta madre.

Clavarle el clavo a cada caso discrecionalmente nada tiene que ver con rendición de cuentas ni transparencia. Todo se acuerda con los funcionarios adecuados. Los ayuntantes tienen otros tratos para no hacer nada. Les tocará un terrenito, una concesión, un pedazo de calle o de túnel, quizá un efectivo que no cae nada mal.

A todo esto, ¿a dónde van esos dineros? ¿Acaso sirven para que la ciudad esté limpia? No, simplemente no. Ni basurero en el horizonte después de la quemazón y menos una protección profesional. ¿Se van a seguridad pública? Preguntemos a los policías de a pie y a los vecindarios de todos rumbos. ¿Al suministro inteligente del agua? No la hay y ya anuncias tandeos. Y haga usted su lista de urgencias.

Es evidente que a los funcionarios no les importa la ciudad sino como la registradora que deja contante y sonante. Eso de ciudad patrimonio y cuidado del entorno natural es puro choro. Aquí se aplica nomás una ley: “Va porque va” todo lo que deje dinero. Los habitantes pueden envejecer y jubilarse o hacerse momia.

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