G. Saúl García Cornejo.
En retrospectiva histórico-política, y claro, con incidencia actual, una pregunta al aire: ¿Nos gusta sufrir?
Digo, regímenes se han ido, van o estarán y, seguimos básicamente en la misma situación. Todos, en su momento y me refiero a los políticos profesionales, nos dicen la misma cosa: “Ahora sí, te voy a rescatar, vamos por el cambio, estamos en la transformación (en “n” ocasión)…”
Surge la duda: ¿Los humanos somos malos por naturaleza, o somos buenos y nos convertimos luego, en malos?
Cuántas teorías y/o propuestas han surgido en torno al tema. Cientos de miles, sin duda y, de todo tipo y no es raro que una buena parte, han sido utópicas. En fin.
Concretando un poco, dentro de lo posible de esa maraña e incógnita no precisamente tan resuelta, como expuesta. Y claro, sin la talla, ni menos pretensión de tener una respuesta o solución, sino como es usual, invitar pues, a la sana reflexión.
Desde luego, desde la Filosofía en las Religiones, se explica el origen de la Bondad, o lo Bueno, como un valor dado o desde Dios, al Hombre y, en este sería una Virtud, con una circunstancia natural que incide: La libertad, o libre albedrío, si se prefiere (San Agustín); incluso, en el Génesis Bíblico, se dice que la Bondad, es una extensión divina al ser humano, considerado éste, como la máxima obra. Para el budismo, la Bondad, se asume y vincula con el Amor y con la compasión, es decir, que la Bondad es esencial al Amor, en su manifestación, que es simplemente compartir. Para el Islam, la Bondad está ligada a la buena moralidad, a la tolerancia, a ser buenos con todos, incluidos los animales.
Igual desde la Filosofía Política, hay propuestas, explicaciones y definiciones de esa condición, que no es generalizada como se quisiera, en el Orbe Humano. Pues su antónimo está muy presente, y es cada día, por decir, cotidiano: La maldad, la crueldad, la violencia, el crimen, el engaño, la demagogia y un largo etcétera.
Otro pensador relevante en el tema, fue Tomás de Aquino, dijo que la Bondad, es el principio y fin del Ser Humano. El Alfa y Omega. Por tanto, innata. Santo Tomás de Aquino, de tal manera tal Valor –entre otros- era o es la vía para acercarse a Dios, de quien viene como causa absoluta y la Bondad, la veracidad u honestidad en el comportamiento, se acrecentaran gracias a esa fuente divina y superior, y desde luego, en su exteriorización humana.
Para el ginebrino Rousseau, personaje clave en la Ilustración, el Enciclopedismo y claro, el Liberalismo Político, la Bondad, decía, era innata al Hombre, sin embargo, se malograba por la corrupción. Su percepción, era en realidad ver al Ser Humano, en su origen “salvaje”, similar a un infante sin malicia, sin ambiciones torcidas, pero luego, ya desde el “Hombre histórico”, éste se había corrompido, aunque ocultaba su tendencia, con diplomacia, con cortesía, con demagogia, con retórica, en su entorno social. Y remató aseverando que el mal se llamaba riqueza y poder. ¿Fuente de la corrupción humana? ¿Les suena actualizado?
Es justo apuntar, que no todo es negativo. Sí hay personas humanas, dispuestas a inculcar y vivir por sí mismas, la Bondad. Incluso, hay como se acostumbra hoy, un día mundial de la Bondad, el 13 de noviembre de cada año, al menos desde 2019 según datos recabados. De esa idea, hay hasta fundaciones que gastan millones de dólares, en una noble función que dicen, y es lógico, salvan vidas con la amabilidad.
La pregunta obligada: ¿A los mexicanos nos gusta sufrir la vida? Intentando encontrar una explicación al dilema, también se han escrito variopintas obras, algunas fatalistas nos tachan de sobrevivir con un pesado fardo a cuestas, cargado de complejos, de fracasos, de negativismo, de ver al mundo desde el lado de los perdedores, en fin. Serían, para esa visión un tanto de mala leche, que estamos en un círculo del que no salimos, ni saldremos.
Pero, como muchos, no estoy de acuerdo. Sí hay edemas, y problemas ya por desgracia cotidianos, como la violencia, el crimen incontenible –por falta de voluntad política, y sí, también ciudadana- es decir, parece imperar el mal, o la maldad. Y la gente esencialmente buena, o lo que es igual, que no quiere dañar a otros, que es tolerante, que trata bien a semejantes o desiguales, a los animales y, a la naturaleza, personas que trabajan bien, aunque sufren de carencias; creo son mayoría hoy.
Pero, Entonces ¿Por qué se permiten tanta mentira, latrocinios, pisoteo de derechos, abusos de la clase política, por qué vuelven a votar por los mismos que los tienen con la bota en el cuello? Así, a simple vista, parece que efectivamente nos gusta sufrir.
La tarea, es romper ése círculo cotidiano y pernicioso, ahora que es, todavía tiempo. No creer que seamos así, malos por naturaleza. No, es lo contrario y como dijo Rousseau, no caigamos en la tentación de la avaricia política o económica, lo que no está peleado con la racionalidad, con el empeño y el trabajo para superar y suprimir carencias, por más que un mentiroso nos diga cada mañana que primero son los pobres, mientras él vive en la opulencia y para colmo en un símbolo de la opresión, la corrupción y el abuso: Un Palacio, pagado además, a costillas de los contribuyentes.
Sin embargo, estimados lectores –de ambos géneros- como pasa en la vida real, el Ser Humano, es falible, imperfecto y desde esa condición, cabe preguntar cómo se explica la maldad, la violencia, el latrocinio. ¿Sólo como un yerro? Un error moral, planteado incluso desde Sócrates, como una irregularidad: La ceguedad de la buena consciencia del sujeto y eso, lo llevaría a actuar con maldad. Otra cosa, sería desde una enfermedad psicológica o mental, en que no habría pues, buena consciencia, ni siquiera consciencia como eje conductual del sujeto y mucho menos a los estándares sociales o culturales dados en un punto geopolítico. Sin perjuicio, de la educación o formación del individuo, o de un grupo familiar o una colectividad. Porque igual, los individuos se asocian para dañar, para delinquir y por lo general, recurren a la violencia para sus fines. ¿La maldad, sería así, por separado, la fuente? Nos quedamos igual, parece. Pero, una conclusión puede ser que sea un problema cultural, educativo y por deformación. Otra, cosa es cómo hay esa inducción y, a quienes beneficiaría. ¿Reconocen alguna conducta relativa a esa inducción, y por parte de quien? Ese descubrimiento racional, es posible que sí nos llevara al cambio verdadero.
¿Qué opinan?