Enrique R. Soriano Valencia
La coma es muy riesgosa. Eso se debe a que tiene varios usos y, por tanto, requiere de una cierta interpretación. Su presencia, ausencia o ubicación imprimen sentido a un enunciado.
Por ello, la recomendación fundamental es evitar su uso. Eso se logra si se recurre a oraciones simples (sujeto y predicado). Así, solo aparecerá si fuere estrictamente necesaria. El peor pecado es abusar de ella y combinar sus distintos usos en el mismo enunciado. Eso ya convierte a la oración en un verdadero laberinto.
El caso más grave es la coma en los números. Antiguamente, en América Latina la coma se usaba para identificar miles (y el punto para decimales). Esto por influencia de los Estados Unidos de América. Como tradicionalmente ha sido el socio comercial de los países del continente, las operaciones se hacían con este estilo para que no presentara algún equívoco. Los propios EE. UU. adoptaron este criterio por influencia de los ingleses. Sin embargo, los países europeos aplican el punto para miles y la coma para fracciones (a la inversa). En la era de globalización esto ha provocado problemas en las operaciones comerciales.
Por ello, el Sistema Internacional de Normalización (conocido como ISO), propuso la norma 80000 donde admite solo un signo en los decimales. Este signo puede ser el punto o la coma, pero ninguno para miles o millones. Esta norma se adoptó en México desde 2002 y apareció en el Diario Oficial de la Federación, lo que obliga su aplicación. Francamente, no veo por qué el sistema Educativo aún mantiene el uso antiguo.
Recrear la idea de que la coma separa es darle un sentido opuesto a la practicidad. Pongo un ejemplo: «Compraremos para la fiesta: papa, cacahuates, totopos, quesillos, jamón y aceitunas». ¿La coma los separó? Nada de eso, los unió a la acción del verbo. Seccionar (por si hubiera un elemento con dos palabras), no es sinónimo de separar. Entonces, la coma no separa, une pero delimita para reconocer los elementos enumerados.
Y la coma de la que más se abusa es la de unión de enunciados. Esa función es del punto y seguido. Cuando enlaza dos oraciones es porque hay dos oraciones que una depende de la otra para su comprensión. Eso se debe a que una es subordinada (puede aparecer antes o después de la oración simple): «Si acierto al número de la lotería, me voy de viaje». La primera parte –antes de la coma– es una oración gramaticalmente completa (con sujeto y predicado) pero no tiene sentido completo, requiere del siguiente enunciado. El último, por sí mismo se comprendería, no le era necesario el primero.
El problema de esta coma es no ubicarla correctamente. Cuentan que presentaron una sentencia a Carlos V junto con un condenado.
La nota decía: «Inocente imposible, ejecutar sentencia». El rey que tuvo por lengua materna el alemán, para demostrar que ya dominaba el español cambió la coma: «Inocente, imposible ejecutar sentencia». Y advirtió a sus ayudantes que se cuidaran de presentar algún documento para firma contrario a los deseos del monarca.
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