¿QUIÉN PAGA?

Arturo Miranda Montero

Ora que ya andan pavoneándose quienes quieren ser algo de lo que se juega en el terreno político-electoral, vale cuestionarles.

Si pensamos a la democracia como un empareje de los desiguales vía la elección que hacemos vía nuestro voto, la experiencia nos deja ver a las claras que ellos, quienes se meten a la política profesional, nomás se muestran igualados, se comportan como si nos conociéramos de siempre, nos tutean, sonríen por todo, sudan por aceptar saludos y selfies. Se nos presentan simpáticos para ganar nuestra empatía.

Gastan millones en reproducir su imagen por toda plataforma y vía; se trata de que se hagan populares a nuestros ojos, por eso se nos aparecen hasta en la sopa. Regalan chuchería y media para granjearse nuestra reacción agradecida. Piensan que por los saludos y porras la van haciendo, se creen ganadores de la voluntad popular.

Pero, ¿qué esconden? Hay de todo. Desde los inconfesables intereses que los promueven, hasta la simple ambición. Primero que nada, son unos desconocidos por la enorme mayoría de nosotros; de ahí el despilfarro para popularizarse. Enseguida, no andan solos, tienen una organización que mueve mucha gente pegada al eventual triunfo, al gane. Quien tenga la nómina más grande puede hacerse de los servicios de jilgueros y estrategas. Con dinero baila el perro electoral. ¿Quién pone la lana? Hay financiamiento público, presupuestado por los organismos electorales por ley. Pero nunca es esa suma la que gastan, por debajo de la mesa siempre hay más, mucha más.

Si el gobierno de un partido dispone del dinero público, empleados, vehículos y otras especies, entonces ese partido.gobierno está comprando la elección. Y se nota porque todos lo hacen.


Descubre más desde Voces Laja Bajío

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

El contenido de esta información, está protegida por derechos de autor.