PROPAGANDA FIDE OBRADORISTA


Arturo Miranda Montero

Siempre hemos querido al Hombre que nos lleve, que nos resuelva, que nos represente.

Tenemos doscientos años de duro y dale para ser país. Aunque el país de un solo hombre nos ha tocado una y otra vez.

Dele usted a la matraca historicista y verá que los héroes nacionales los han impuesto los políticos que acomodan la cosa para sus fines. Ellos decidieron que Hidalgo fuera padre de la patria, que Juárez benemérito, que Madero y todos los que se mataron entre sí, fueran revolucionarios. Esa revoltura la tenemos en los monumentos a la independencia y a la revolución.

Y en esas andábamos cuando aparece el que nos faltaba. El que dijo sigo, me toca.

Andrés es el misionero exitoso de nuestra época. Ha dedicado décadas en caminar los territorios para llevar su palabra, la que le mueve para regenerar a la nación. Es el franciscano asceta y en pobreza, el que nomás doscientos pesos trae, el que se mueve en el Tsuru, el del par de zapatos y un solo traje, el que come en los caminos; así forjó su reputación.

Cuando el Partido de la Revolución Democrática le obstaculizaba su misión, lo drenó, trasladó a sus seguidores a otro movimiento, el de regeneración, el instrumento de reconquista espiritual que rápidamente colocó en los polos a fieles e infieles. Unos, los que tendrían el honor de estar con él; otros, la mafia del poder que robaba siempre al país. Los agraviados se movilizaron para confrontar a los corruptos señalados por Él, mañanera tras mañanera.

México, donde los mexicanos no son adictos a la democracia formal, se ha volcado al providencialismo en 2018 y en 2024. Y eso ha sido un éxito de fe casi medieval.


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