CREERSE “APOLÍTICO”… ¿ES ANTINATURAL?

G. Saúl García Cornejo*


“Estamos atados a la política, es parte de nuestra naturaleza, por lo que deberíamos sacar el mayor beneficio, cuando lo comprendamos y aceptemos, obvio es que, saldremos ganando…”

S. Garko.

Es sabido hace tanto, incluso, antes de Cristo <aceptado que a partir de éste, nacieron otras épocas posteriores> que ya se hizo “atemporal”, que el Ser Humano, es un animal político. Y la sentencia viene desde la época dorada de la Filosofía Griega, en particular de la obra “Política” (Vertida en ocho tomos, por Aristóteles): I. La naturaleza de la familia; II. Consideración crítica de las teorías precedentes del Estado; III. Conceptos fundamentales de la Política, Naturaleza de las Ciudades-Estado (Polis) y de los ciudadanos, las diferentes formas de Constitución, la Monarquía; IV. La ulterior determinación de los caracteres de las distintas constituciones; V. Cambios, sediciones y revoluciones en las Polis; VI. La Democracia y sus instituciones; VII. La Constitución ideal; y VIII. La Educación. (1)

 Entonces, si alguien, una persona humana se asume apolítica, ¿Qué significa? El diccionario de la RAE, señala que es un adjetivo, que puede también entenderse como sustantivo y significa: “Ajeno a la política o que se desentiende de ella. Aplicado a una persona.” Es difícil sobre todo en la actualidad, que alguna persona se haga ajena a lo que le rodea, con tanta información y su libre acceso. Equivale a estar “desconectado”, un iletrado político, equiparable a la caricatura del mono que no ve, no oye, ni habla. Y sobre todo, inmune a cualquier efecto social. Una especie de ermitaño, de asceta.

 Luego, falta que el apolítico, al igual ante su “distanciamiento”, no le interesará que su propia vida, con todo lo que implica, depende de las decisiones políticas, precisamente, de los “políticos”. Entonces, ¿Puede el ser humano, desligarse de la política?

                                                                                                     Al igual, resulta que, si vemos este asunto desde la lente de la Psicología, es decir, del apolítico como un fenómeno de una postura de excepción, se trataría de una psicopatía: Cercana o con rasgos a la misantropía, misoginia. Porque un apolítico, al repudiar la Política, es evidente ajeno a ella, distante, incluso, desinteresado y no se trata de que, por ejemplo, odie a otra persona, incluso, a un grupo indefinido o específico, sino va más allá su deslinde: Los demás seres humanos, al menos de su propia sociedad, dada su “ceguera” no vería al otro lado su frontera social.

                                                                                                    Sé que, algunos podrán decir que es exagerado tener al apolítico, como un misógino, pero esencialmente, puede ser que el repudio, aunque tal vez inconsciente, es para sí mismo, y claro la indiferencia, se vuelca en repulsión a lo social y con ello, a los demás seres humanos. Así pues, un apolítico se convierte también en un antisocial, y se puede empezar con abstenerse de votar, aunque sí participe en otras actividades, según le conviene en su egoísmo. Y es que se llega a confundir, el anti-partidismo, con la postura apolítica, que tiene otro efecto más: Dejar correr los dislates y los abusos de quienes abusan de sus cargos políticos, en tal contradicción del apolítico, con su propia naturaleza humana.

Es posible en ese embudo en que se mete el apolítico, también se trate, visto desde la Psicología, de un embuste, de una simulación para darse “importancia o notoriedad”. Recuerdo a ciertos “apolíticos” surgidos del PAN, que, al no haber sido considerados para una candidatura, luego, decían ser “apolíticos”, confundiendo con un alejamiento, o cierta “independencia” de ése y otros Partidos, como para curarse en salud y dar a entender <en realidad en una burda simulación>: La supuesta separación partidista, que no, ideológica. Factible resulta así, que pretendan manipular a otros, con alguna finalidad oculta; pueden causar pena, incertidumbre a otros, en particular en su círculo cercano; Cree no necesitar a los demás y le tiene sin cuidado lo que pase a otros; obvio que desdeñan las reglas, las normas jurídicas y sociales; consideran que la Política en todas sus gamas, es inútil y una pérdida de tiempo; menos entienden o aceptan las relaciones políticas –naturales e inherente a todo ser humano-; pueden ser violentos. En fin, son algunas características del misógino y, claro, del apolítico. Podemos tener algunas de ellas, aún sin darnos cabalmente cuenta.

                                                                                                    ¿Se trata de un vicio que crece en nuestra sociedad? Posible que influya en el desdén –por suerte o no- la corrupción política, la malevolencia de algunos líderes supuestos, y, el factor humano que implica una variable, en el mejor plan político y que puede hacer caer esos castillos de papel que han resultado las transiciones políticas en México, en los últimos cien años ha. En fin. ¿Qué opinan?      

                                                                                                           * Abogado y notario (S/N), conciliador y mediador certificado, Maestro en Administración y Políticas Públicas, con enfoque en Gestión Política, Doctorando en Derecho Constitucional, Derechos Humanos y Derecho Comparado; político y politólogo, periodista de investigación, novelista y ensayista, embajador del idioma español de México, por la Fundación César Égido, (Museo de la Palabra) Madrid, España, entre otras actividades.

(1).- Política. Aristóteles. Biblioteca de la Filosofía. Consultable por Internet: https://upcndigital.org/~ciper/biblioteca/Filosofia%20griega//Aristoteles%20-%20Politica.pdf, Recuperado: 07-09-24.


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