Enrique R. Soriano Valencia
¿Qué son las muletillas? El vocablo muletilla no está recogida en los diversos diccionarios de la lengua, ni siquiera en el de Mexicanismos. Sin embargo, es el término usado en todos los países de habla hispana para referirse a las palabras de relleno, vocablos que no a aportan a lo que deseamos expresar.
Las enunciamos para ocupar un silencio, con el propósito para auxiliarnos a encontrar la idea o las palabras adecuadas o como trato cuando hablamos con alguien de confianza, cuando es comunicación oral. Sin embargo, también se presentan en la escrita. En esto me refiero a palabras o expresiones que no contribuyen al mensaje, pero son necesarias para que el cerebro del redactor encuentre el camino de lo que pretende comunicar.
Se diferencian de las palabras comodín en que estas últimas sustituyen el término exacto, el vocablo preciso, como cuando decimos: «Pásame esa cosa, que está sobre el ese», donde cosa ha sustituido el nombre de lo deseado y ese, el lugar donde se ubica.
Para los especialistas, las muletillas son un vicio. Sin embargo, esta apreciación no parece importar a los hablantes porque por manía, costumbre, identidad o por necesidad psicológica se suele recurrir a ellas con mucha facilidad.
Son parte de la identidad porque hay regiones donde son preferentes algunas. Por ejemplo, en la zona centro de México he escuchado a muchas personas cuando pretenden explicar algo iniciar cada pausa con las palabras: «Es de que…». Esa muletilla no la he oído en el norte o sureste de México. Sin embargo, me parece más generalizada la muletilla: «O sea…» (que para mayor pesar, hasta en los mensajes de telefonía hay quienes la escriben como un solo vocablo).
Encuentro una página de una autora de origen vasco que informa de una muletilla común en esa región. Asegura que suelen iniciar cualquier intervención con «Bueno, pues…».
Las muletillas, por repetitivas, en muchas ocasiones son lo que los comunicólogos llaman ruido. Esto se refiere a todo aquello que impide una comunicación plena. Suelen llamar tanto la atención de quien escucha que se centra o distrae del contenido de una conversación para dedicarse solo a reconocer la muletilla.
De forma oral, se recurre mucho a la muletilla: «Esteeeeee…» o similar, donde se alarga una vocal para evitar el silencio. Esto es debido a que, acorde a nuestra formación, no es correcto interrumpir a nuestro interlocutor. Entonces, para evitar ser desplazado, se llena con un sonido inútil el diálogo. Desde luego, también esa prolongación sirve para meditar y seleccionar tanto ideas como palabras para expresar la intención.
Por último, están las muletillas de trato. Me refiero al muy generalizado vocablo güey en México. Llamo la atención en la ortografía porque muchos al escribirla suelen recurrir a la W. Esa letra no forma parte del español común y solo se ha incorporado ante la necesidad de escribir vocablos extranjeros, como nombres propios y comunes. La palabra güey es una modificación de buey. Por tanto, deba enunciarse con los signos propios de nuestra lengua porque en ella apareció y se modificó.
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