Arturo Miranda Montero
Guanajuato, tierra santa, no quiere mucho al lopezobradorismo; sin embargo, el movimiento ha crecido como posibilidad imaginaria para ir desplazando al panismo que ya acumula décadas en el poder.
La reunión de priistas, panistas, perredistas y otros istas que saltaron al morenismo se piensa capaz de desafiar la elección de Estado que prefigura, una vez más, el panismo de por acá. Pero ninguno de sus figurines lleva el arrastre requerido ni, para su mal, cuentan con una estructura capacitada para decidir entre ellos y, peor, para encarar una contienda como la que se avecina.
Sin embargo, en cualquier caso, vale la pregunta: ¿para qué quieren Guanajuato? Sus críticas al PAN-gobierno van de lo general a lo anecdótico y deshilachado. Vale entonces tratar de contrastarlos, dada la experiencia verificada con AMLO y con los de acá.
1.¿Quieren un Ejecutivo mandón sobre todos? Ya lo hay azulado.
¿Necesitan todos los poderes bajo su férula? Ya los tenemos azulados también.
¿Necesitan un fiscal carnal? Ya existe, y de lejos.
¿Acaso un organismo de derechos humanos a modo? Lo hay sobradamente.
¿Les urge la discrecionalidad en el gasto? Las prácticas están a la vista.
Treinta y más años han dedicado los panistas guanajuatenses para tener bajo su control todo el estado. Su permanencia no es casual, es producto de las viejas prácticas del autoritarismo tan mexicano que se ha prolongado aquí con su sello.
El morenismo guanajuateado no es alternativa, porque quiere lo mismo: prolongar el autoritarismo clientelar.
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