¿DE QUIÉN ES LA UNI?

Arturo Miranda Montero

Desde mi ya larguísima pertenencia a la Universidad de Guanajuato, nunca había visto cómo la vulgaridad y la estulticia se habían enseñoreado en ella.

A pretexto del recambio rectoril, la suciedad se avienta a puños; las redes sociales magnifican el insulto y la sordidez de quienes las utilizan para denostar a quienes quieren. ¿Qué pretenden realmente? ¿Poder?

La universidad pública ha sido una dependencia gubernamental desde su creación en 1945. El gobernador del estado nombraba y hasta pagaba a todo el personal. Era la universidad una herramienta para desarrollar las ideas que cada gobernador tuvo de la educación pública del nivel superior. Unos más otros menos, los gobiernos se apoyaron en la institución para lucir sus prendas educativas. Allí está, por ejemplo el enorme edificio central como símbolo de grandilocuencia. Pero en el año 1994, tal dependencia terminó oficialmente al decretarse la autonomía institucional. A partir de allí y hasta acá, los propios universitarios tendrían que resolver su organización y gestión internas. Nunca ha sido ajena la institución a los devenires políticos, aunque con la autonomía se encubrieron mediante la necesidad presupuestal. Tanto el gobierno federal como el gobierno estatal están obligados a financiar el presupuesto anual universitario. Pero si un gobierno no simpatiza, por las rezones que se quieran, con la gestión universitaria, los dineros pueden restringirse; sin embargo, la UG ha tenido la suerte –hasta ahora- de contar con dineros públicos que no necesariamente han sido gastados con transparencia ni en lo fundamental. Hoy, cuando los programas académicos los están recortando, ¿a quién demonios le interesa hacerse cargo del austericidio y la politiquería?.


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