Arturo Miranda Montero
He visto una y otra vez las manifestaciones feministas a propósito del marzo reivindicatorio. Pero en la de este año me he estado preguntando qué sigue.
Las denuncias contra el Estado y sus gobiernos asesinos, cómplices, feminicidas, machistas y represores deberían, a mi parecer, desembocar en el cambio radical de ellos.
Para nosotros, los ciudadanos, y ellas lo son a no dudarlo, nos quedan algunas herramientas: la organización y el voto. La primera les ha servido a ellas para movilizarse y manifestarse; pero no queda claro si han reflexionado en la utilidad de elegir a otros que sirvan a sus intereses y demandas.
En estos tiempos de mujeres lanzadas a la política, las feministas son muy significativas. México y Guanajuato tienen población mayoritariamente femenina, el padrón electoral también esta feminizado; ya se sabe que las candidaturas partidarias las juegan mujeres; entonces, la puja política de nuestra vida está en manos de ellas.
Por supuesto que no nos chupamos el dedo alucinando que por ser mujer tal o cual candidata las cosas pueden modificarse: esas están jugando porque sus partidos y quienes mandan en ellos las han colocado en ese juego. No se mandan solas. La política mexicana está muy amachinada, cosa de ver las compañías de las candidatas.
Con todo, ya sé que la “marea rosa” sí votará, salió a las calles a defender su voto y al Instituto Nacional Electoral. Me consta que la mayoría así movilizada son mujeres de todas edades. Pero las más jóvenes, las que saltan cada marzo agresivas y rudas, no veo cómo resolverán lo que sigue.
