DÍAS DE GUARDAR Domingo 11 de diciembre de 2022

*Sociedad bajo asedio criminal; gobierno ausente; *Sucesión panista en riesgo por exceso de confianza: *Política y fútbol: el capítulo Guanajuato


1.- La ola de inseguridad no respeta ciudades ni territorios

Como ha ocurrido en años pasados, una nueva ola de inseguridad se cierne sobre el estado de Guanajuato, sin excepción de ciudades, de zonas, de niveles socioeconómicos.

Y no pesa únicamente al alto número de homicidios, que persiste en niveles preocupantes, aunque haya reducciones importantes sobre el pico alcanzado en 2020 en las secuelas de la guerra contra el huachicol.

El tema de esta semana han sido los asaltos a ciudadanos en carreteras, en domicilios, en calles y comercios. La revisión de las páginas de nota roja de los medios arroja un primer panorama, aunque no exhaustivo pues no todos los delitos se denuncian ni se publican.

Sin embargo, no es lo único, también las páginas de opinión editorial se hacen cargo del asunto, pues los robos violentos han alcanzado a colonias residenciales donde habitan ciudadanos con influencia por su presencia en la industria, en la política o en los propios medios.

En León, bandas perfectamente organizadas, a las que no detienen los fraccionamientos privados, las instalaciones de seguridad ni los guardias privados, realizan robos con planeación estratégica. Las víctimas hablan de la sincronización y la disciplina con que actúan, se trata de personas con algún tipo de formación en áreas de seguridad.

Actúan además con impunidad, pese a que la Fiscalía del Estado anuncia detenciones en filtraciones a los medios, no persigue tranquilizar a la población, sino lavarse la cara de su perenne inacción.

Esos delitos que motivan presiones en círculos cercanos al poder, no son tan numerosos como los que afectan cotidianamente a la población en sus casas, sus traslados, sus trabajos, la mayoría de ellos tampoco denunciados y que obligan a las familias a asumir cuidados y cargas económicas para protegerse.

Pero, frente a todo eso, a quienes no se ve es a los gobiernos que sencillamente han optado por evadirse de su obligación primordial de ofrecer seguridad a las comunidades que les han confiado la conducción de sus asuntos y la atención de sus problemas.

Desde la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador anuncia “una estrategia especial” para atacar las causas de la violencia en Guanajuato, pero no es la primera vez que lo hace y hasta ahora nada ha funcionado: ni el envío de más fuerzas federales ni las medidas de política social.

Desde la gubernatura, el recién desembarcado Diego Sinhue Rodríguez Vallejo se congratula y dice que el anuncio presidencial embonará perfecto con su programa islandés Planet Youth, el cual consiste solo en pláticas de concientización, por lo menos hasta ahora.

En León, la alcaldesa Alejandra Gutiérrez solo gobierna en sus redes sociales y en su desaforado proyecto de convertirse en prospecto viable del PAN para la próxima elección estatal. Mientras sus conciudadanos están preocupados por la inseguridad, se toma tiempo de sus horas de oficina para una charada universitaria, en aras de insistir en el hipotético papel de precandidata, mientras olvida la obligación real de alcaldesa.

En esas condiciones, con una desconexión flagrante entre los tres niveles de gobierno, con funcionarios de seguridad pública como Mario Bravo Arrona, inamovibles por razones políticas pese a sus malos resultados, las soluciones no se ven en el horizonte.

Y menos en una temporada en la que los políticos ya están más que distraídos con sueños de opio electorales, sin ver que su mejor precampaña sería responder a las inquietudes ciudadanas.

La respuesta posible está en la sociedad y, sobre todo, en las víctimas. Si tuviera eco el llamado a abandonar la “pasividad e indiferencia”, así como el de “hagamos algo de inmediato”, lanzado por alguien que sufrió en carne propia un asalto en su domicilio, quizá los políticos y funcionarios empezarían a preocuparse más por los resultados que por presumir sonrisas en las selfies.

2.- Diego Sinhue pospone dedazo y alebresta la gallera

Faltan poco más de 17 meses para las elecciones de junio de 2024. Para el destape formal de los aspirantes a gobernador la cuenta regresiva es de menos de un año. Hace seis y hace doce años, el panismo gobernante, de la mano de su respectivo tlatoani, el gobernador, ya había definido sus predilecciones.

No ocurre así esta vez.

Entonces las elecciones eran en julio, sin embargo en los inviernos de 2010 y 2016, ya el aparato panista vinculado al gobierno local sabía quiénes serían sus candidatos.

Miguel Márquez tenía todo el respaldo de Juan Manuel Oliva y de Fernando Torres Graciano, gobernador y presidente del PAN. Las cuitas entre ambos se habían allanado y trabajaban como un equipo frente al embate del calderonismo con José Ángel Córdova y las ansias de outsider de Ricardo Torres Origel.

Seis años después, Miguel Márquez había uncido el partido a su gobierno y usaba su influencia sobre los alcaldes en favor de Diego Sinhue Rodríguez. A la par, golpeaba sistemáticamente al torresgracianismo hasta dejarlo casi disuelto para compensarlo apenas con una candidatura a diputado para su abanderado.

Eso no pasa hoy.

Diego Sinhue ya tiene en su haber una salida en falso con el frustrado delfinato de Jesús Oviedo Herrera. Ha debido apechugar un posible plan B impuesto por las circunstancias, en la persona de Libia Denisse García y, para complicar el escenario, ha sido incapaz de frenar las ansias políticas de la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez, alentada por el dirigente nacional panista Marko Cortés.

Las cosas no lucen sencillas y la cancha se achica conforme pasen las semanas.

Quizá ha sido la falta de una definición de Diego lo que más ha inflamado a la presidenta municipal de la mayor concentración urbana del estado, quien ya orienta casi toda su agenda a posicionar imagen, tanto en eventos locales como en sus constantes incursiones a la escena nacional.

Entre tinacos, fotos con liderazgos nacionales, manejo desaforado de redes sociales, filtraciones a medios sometidos a la dictadura de los convenios publicitarios, ocurrencias y mercadotecnia ramplona, Alejandra plantea un reto fundamental para Sinhue: arrebatarle por primera vez desde hace dos sexenios la decisión de la candidatura al mandatario local.

La última vez que eso ocurrió, Juan Manuel Oliva se impuso sobre el aspirante romerista Luis Ernesto Ayala Torres.

La única diferencia es que Ale, como le gusta que la llamen, no tiene un ascendiente sobre las estructuras del partido, hoy por hoy en manos de Sinhue y su operador Juan Carlos Alcántara.

Mientras eso ocurre, Oviedo languidece en la secretaria que opera el mayor presupuesto electorero del gobierno y ha debido ser reforzado con Aldo Márquez, mientras Libia García hace milagros para crecer en popularidad desde una secretaria que no tiene presupuestos y cuya agenda es de las que no se ven, aunque se sientan en el aparato gubernamental.

En la bitácora de la sucesión, podríamos concluir de forma parcial que el cierre de 2022 encuentra al aparato político-electoral del panismo confundido, pasmado y en algunos casos soliviantado.

No es un panorama tranquilizador si se piensa que la batalla del 24 prefigura un choque de trenes que hará pedazos los parámetros de análisis con los que nos hemos movido hasta ahora.

En términos futbolísticos, de moda en estos días, podemos decir que el PAN de Guanajuato aún luce como favorito, pero también que está obligado a un juego sin errores.

Y hasta donde se ve, en estos momentos ya se registran serios problemas de vestidor, de esos que ensombrecen la moral del equipo.

Seguiremos reportando.

3.- Fútbol, negocios y política: Guanajuato no es ajeno

En la revisión que se viene ante el fracaso del fútbol mexicano en la reciente competencia mundialista, el peor en décadas, quedó expuesta la sórdida vinculación entre directivos y funcionarios públicos, que ha servido entre otras cosas para blanquear dinero de la corrupción.

Uno de los más conspicuos empresarios futbolísticos es, precisamente, el dueño del Grupo Pachuca del que forma parte el club León, Jesús Martínez Patiño, quien creció de la mano de al menos 2 gobernadores priistas de Hidalgo: Jesús Murillo Káram y Miguel Ángel Osorio Chong, recibiendo donaciones de terrenos y subsidios para construir un emporio futbolístico que incluye una universidad y el salón de la fama de ese deporte en México.

Las andanzas de Martínez Patiño alcanzan también a Guanajuato, donde ha recibido importantes apoyos económicos del gobierno del estado durante las gestiones de Miguel Márquez Márquez y Diego Sinhue Rodríguez, en operaciones de absoluta opacidad.

A fines del gobierno de Márquez, el estado adquirió un terreno de 12 hectáreas al oriente de León con un aparente sobreprecio de 90 millones de pesos, con el pretexto de construir un nuevo estadio. El monto total fue de 280 millones de pesos determinados de forma exprés por la Secretaría de Finanzas mediante avalúos que realizó personal de la propia dependencia.

Ese terreno paso a manos del Grupo Pachuca mediante un cómodo crédito a pagar en “abonos chiquitos” que originalmente se completarían en 9 meses, plazo que fue ampliado hasta 2030 ya en el gobierno de Diego Sinhue. Hasta hace un par de meses, la cuenta cubría un 50 por ciento del monto, restando aún 134 millones de pesos por pagar.

Sin embargo no fue el único negocio. El estado de Guanajuato volvió a respaldar al Grupo Pachuca de forma encubierta a través del Patronato de la Feria de León, mediante el pago de casi 465 millones de pesos para el pago del viejo estadio León a Roberto Zermeño y Héctor González quienes obtuvieron la propiedad mediante un juicio aprovechando errores legales en la extinción de un fidecomiso del municipio.

Esa operación es totalmente opaca y aunque se atribuye la compra al Grupo Pachuca, no se explica que éste pudiera haber echado mano de 410 millones de pesos para liquidar a Zermeño cuando no ha podido cubrir los 280 millones del terreno vendido por Márquez y donde ahora ya se sabe que no habrá ningún estadio nuevo por lo menos en el mediano plazo.

Otros 55 millones de pesos fueron pagados directamente por el Patronato de la Feria encabezado por Juan Carlos Muñoz, por una fracción de terreno donde se planeaba un museo del calzado, presuntamente para un centro de monitoreo de seguridad.

De todas estas operaciones bajo la mesa, lo único que queda claro es que la cercanía entre el dueño del Pachuca y los dos últimos gobiernos panistas de Guanajuato, va más allá del interés meramente deportivo y de apoyo a la afición.

Conociendo los antecedentes de Jesús Martínez Patiño, ahora también expuesto por su participación en los negocios del tráfico de jugadores y los dobles contratos, no parece que las transacciones operadas con dinero público de los guanajuatenses hayan sido muy inocentes.

Política y fútbol no se unen en un matrimonio por amor, menos con tantos intereses de por medio, de ahí la opacidad que rodea esa relación, de ahí la pobreza de resultados de un deporte donde lo que importa es el negocio a como dé lugar y sin reglas que valgan.


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Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública


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