*La disputa no acaba con las elecciones; *Guanajuato: cambios necesarios no optativos; *Oriundez guanajuatense, el doble rasero del PAN
1.- Viviremos largo tiempo con las secuelas de este domingo
Se cumplió el plazo y llegó la fecha. Las campañas políticas más prolongadas que se hayan visto en la historia reciente del país, llegaron a su fin. Sin embargo, no lo hizo la disputa por el rumbo de la nación que se ha instalado primero en el seno de la clase gobernante y después entre numerosos sectores de la población.
Ya a fines del siglo pasado, el guanajuatense Vicente Fox realizó, desde la gubernatura del estado, una campaña de varios años para construir una candidatura que primero se impuso en el interior de su partido, el PAN, y después conquistó la Presidencia de la República.
Sin embargo, esa vez la precampaña fue en un solo partido, cuando ni siquiera estaban reguladas. Fox sabía que sin esa maniobra la burocracia panista, dominada por Diego Fernández de Cevallos, no lo dejaría llegar.
Esta vez las precampañas aglutinaron a dos frentes conformados cada uno por 3 partidos políticos. La corcholatización de Morena obligó a la confluencia de las fuerzas antiobradoristas y a la búsqueda de una candidatura, en un proceso largo que buscaba no solo reconstruir a la vapuleada oposición, sino definitivamente reinventarla.
La elección de 2021 vio una primera batalla ganada de nuevo por Morena, aunque en proporción menor, lo que sirvió para mostrar que la oposición no estaba liquidada. A partir de ahí iniciaron las larguísimas precampañas y las campañas que culminan en la elección de este domingo.
La disputa simula ser de ideologías, pero más bien se ha convertido en una competencia entre élites: la nacionalista-popular y la neoliberal. Ambas son defectuosas en su vocación democrática, pero difieren en su reparto de los beneficios de la acción del estado: mientras el lópezobradorismo es partidario de beneficios directos a la población, vía subsidios, la que amalgama a los viejos partidos y la clase empresarial prefiere que los dineros públicos favorezcan primero al sector privado.
Sin embargo, la narrativa que se ha impuesto en el debate se mueve en otra esfera: el centro-derecha ha logrado convencer a los suyos de que la disputa es por democracia o dictadura; el centro-izquierda impone la idea de un parteaguas entre privilegios para unos cuantos o beneficios para todos.
La discusión al final es ficticia, pues está claro que la democracia no se encuentra en riesgo y que los subsidios directos han sido adoptados incluso por sus más recalcitrantes críticos.
De cualquier manera, los discursos funcionan y estamos frente a la posibilidad de una gran movilización electoral desde ambas vertientes, convencidos unos y otros de que el destino del país se juega a una carta.
Parece un juego peligroso, máxime ante las amenazas reales que sí han impactado la normalidad democrática del país: el crimen, la corrupción y una pobreza que persiste pese a avances macroeconómicos o ayudas sociales. En la falta de atención a esos flagelos tienen responsabilidad todos los contendientes que hoy se presentan en las boletas y detrás de los candidatos.
Lamentablemente, los ciudadanos están forzados a elegir entre esas vertientes defectuosas, con la opción extra de una tercera alternativa igual de deficiente: un partido que se dice socialdemócrata pero que es controlado por una camarilla burocrática bajo el mando férreo de un dirigente caciquil.
Movimiento Ciudadano aglutina cuadros políticos que dan esperanza en el panorama actual, pero muchos de ellos dependen de las decisiones de una casta que no rinde cuentas y que actúa con el mayor pragmatismo.
Tendremos que elegir entre inconvenientes, lo que, sin ser consuelo, no es muy distinto a lo que ocurre en muchos otros países del orbe.
Habrá que estar ahí hoy, en la soledad de la urna. Y habrá que estar también después, cuando sea necesario hacer valer nuestro voto, con reclamos, con apoyos o con un sano escepticismo frente a quienes resulten electos.
Peleamos por elecciones limpias y libres por generaciones, no son una solución a los problemas, pero es mejor tenerlas. La tarea de hacer un mejor país continuará en los días y los años que siguen.
Nos vemos en las casillas.
2.- Guanajuato y su día después
Entre las encuestas conocidas no hay ninguna que prevea la derrota del PAN en el estado que han gobernado desde hace 33 años. Guanajuato suele polarizarse, no de ahora, sino siempre que el país voltea hacia la izquierda: parece nuestro sino ser el corazón conservador de México.
Sin embargo, hasta eso está cambiando. La candidata panista Libia Dennise García viene de practicar un discurso de apertura desde sus primeros pasos en la política, lo que no le impidió la carrera ascendente que hoy la tiene a las puertas de ser la primera gobernadora mujer en Guanajuato.
Sin embargo, la posibilidad de liberar al PAN de sus atavismos ultramontanos no se ve sencilla. Por ejemplo, la actual Legislatura votó una ley de la diversidad sexual en febrero pasado, con la mayoría panista respaldando a regañadientes, pero solo para que el gobernador Diego Sinhue Rodríguez la congelara hasta el día de hoy, sin darle validez con la publicación en el periódico oficial.
Sin embargo, la campaña de Libia García ha mandado señales constantes de apertura, obligada por el hecho de que Morena llegó a tener una preferencia de voto cercana a los 40 puntos, situación que no se presentaba desde el 2012, cuando el PRI rebasó por algunas décimas esa cifra, bajo la confluencia de las candidaturas de Enrique Peña Nieto y Juan Ignacio Torres Landa.
El nuevo comienzo, eslogan central de la campaña panista, hizo alusión no tanto a un anhelo como a una necesidad. El desgaste de seis gobiernos panistas sin alternancia pesó sobre la campaña de la primera mujer candidata de ese partido. No solo fue la amenaza de Morena y el contrapeso de la popularidad presidencial que también en Guanajuato supera al gobernador, sino el propio deterioro de la marca blanquiazul, lo que motivaron el énfasis en la necesidad de cambiar.
La frase pudo haber cumplido su cometido, auxiliada también por la deficiente campaña de Morena y por el crecimiento de la polarización nacional, pero una vez pasada la elección, tiene que cobrar cuerpo en los planteamientos con los que arranque el nuevo gobierno, desde la misma integración del gabinete.
La elección no será un día de campo, como tantas veces en el pasado, sobre todo en algunos municipios y distritos donde ocurrirán alternancias, pero puede palidecer con los retos que Libia Dennise deberá asumir cuando se concrete la expectativa de su triunfo.
El primero de ellos, sin sombra de duda, es el tema de las políticas de seguridad y la decisión sobre los nuevos responsables de la prevención y la persecución de las conductas delictivas. Los 115 días que median entre el día siguiente de la elección y la toma de posesión, se antojan fugaces ante la magnitud del desafío.
El relevo de Carlos Zamarripa y Alvar Cabeza de Vaca, inevitable dado el desgaste político generado por una gran ineficiencia combinada con soberbia, no será en sí misma una solución. Las sólidas redes políticas que ambos funcionarios han construido con la burocracia panista, empresarios, agencias de seguridad extranjeras, alcaldes y dirigentes partidistas, no desaparecerá de la noche a la mañana, ni tampoco el funcionamiento que han impuesto a las estructuras que dependen de ellos desde hace dos sexenios, al menos.
La nueva gobernadora contará además con un Congreso más equilibrado que los cuatro últimos, es decir, con una presencia panista menguada, que dependerá de la cooptación de votos de los partidos cercanos, como el PRI e incluso el Verde, pese a su vinculación con Morena. Habrá además una mayor presencia de Morena, aunque esta no dejará de ser mediatizada por la pugna entre tribus de ese partido.
Ese es el Congreso que deberá elegir al nuevo fiscal, integrando una lista de cinco candidatos aprobada por al menos las dos terceras partes, la cual será enviada al Ejecutivo para que seleccione una terna de entre ellos y la envíe de regreso al Legislativo para elegir al nuevo fiscal, también por dos terceras partes como mínimo.
Aunque hay salvedades para desatorar el proceso en caso de desavenencias entre las fracciones del Congreso o de omisiones del Ejecutivo, lo cierto es que un Fiscal designado sin consenso, sería lo menos deseable para el nuevo gobierno y para las necesidades del estado.
Aunque es previsible la continuidad del panismo en el gobierno, lo cierto es que ni por el perfil de su actual abanderada, ni por las circunstancias en las que asumirá el cargo, es previsible que se mantenga lo que hemos visto hasta ahora: un gobierno que desdeña los consensos.
Para Libia Dennise García y el nuevo capítulo que encabeza, plantear un recomienzo no es una frase de batalla, es una necesidad inaplazable.
3.- Marisa Ortiz a dos fuegos en el VI distrito local
El Partido Acción Nacional ha hecho un tema del origen foráneo de la candidata de Morena Alma Alcaraz, por haber nacido fuera del estado y hecho su carrera política de inicio en Sinaloa.
A ello se han prestado organismos como la Coparmex, que quiso incluir una trivia de conocimiento del estado en el debate organizado por la instancia patronal, lo que dio motivo a la ausencia de Alcaraz en el evento.
Sin embargo, el PAN no parece aplicar el mismo rasero en el caso de sus candidatos.
No sería el tema de Alejandra Gutiérrez, la candidata a reelegirse en el caso de León, que no obstante ser originaria de San Juan de Los Lagos, realizó toda su carrera profesional y política en León, donde incluso obtuvo su título de abogada.
En cambio, sí lo es en el caso de María Isabel Ortiz Mantilla, candidata a diputada local por el distrito VI de León, quien incluso tiene su postulación impugnada por una militante panista.
La exsecretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial llegó a ese cargo proveniente de su natal Puebla, sin haber tenido previa vinculación con Guanajuato, más allá de haber sido compañera de banca en el Congreso de la Unión del gobernador Diego Sinhue Rodríguez.
La imposición de Ortiz Mantilla como candidata en el distrito que ocupaba la legisladora Laura Cristina Márquez Alcalá ha provocado una rebelión en el panismo ahí registrado, de donde no sólo se origina la impugnación de la militante María Guadalupe Nicasio, sino también una huelga de brazos caídos que pone en serio riesgo la posición para el PAN.
Arnoldo Cuéllar Ornelas
@arnoldocuellaro
Periodista, analista político. Fundador del Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública, medio digital y asociación civil.
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