Enrique R. Soriano Valencia
La coma (,) es el instrumento más común en una redacción, pero el más difícil de dominar. Ello es debido a los distintos propósitos que van más allá de la simple pausa: enlazar, enumerar, sustituir a un verbo, explicar, enfatizar… El lector debe hacer reflexión, análisis o valoración para no confundir sus sentidos, en especial cuando hay más de un uso en la oración gramatical. Solo así puede comprender la intención del enunciado. Por supuesto, si el lector es incapaz de diferenciar cómo está aplicada, le será un texto intrincado. Como se trata del mismo signo –un pequeño rasgo hacia abajo de la línea de escritura– confundirlas y confundirse es muy común. De ahí que sea el redactor quien deba facilitar ese proceso.
El rey de los enunciados es la oración simple. Al interior del enunciado se usan las comas. Pero estas a estas solo se recurrirá si son estrictamente necesarias. Es decir, que es poco recomendable vincular con comas varios enunciados (o con punto y coma). Es siempre preferente escribir el mayor número de párrafos con oraciones simples sin recurrir a las comas.
Por el contrario, si se aplican comas para enlazar oraciones, si al interior de cada uno se hace necesaria la coma de uno o de varios tipos, el conjunto se vuelve en extremo confuso.
La oración compuesta (o periodo) debería limitarse solo a dos oraciones. Unir más, satura de información al lector (pues cada oración debe aportar información; si no lo hace de forma concreta, es texto inútil).
No dominar la oración simple (sujeto y predicado) propicia el abuso y la combinación de más de un tipo de coma.
A mi juicio, el uso más importante de la coma es la de explicación. En esta aplicación es donde mayor número de errores detecto en estudiantes y redactores. Si en vez de explicaciones se formularan otras oraciones, el texto ganaría en comprensión. Por ello estoy convencido que una sola explicación por oración es más que suficiente.
Antes de ejemplificar informo cómo reconocerla. La coma de explicación se usa para introducir un dato contextual, de apoyo o circunstancial en un enunciado. Funciona como un paréntesis. Al igual que este, abre y cierra cuando se ubica en medio de la oración simple: «Esta obra de teatro, escrita por Jacinto Benavente, es una farsa burlesca». Como se observa, la explicación empieza con la palabra ‘escrita’ y termina con ‘Benavente’. Si se eliminara la explicación, queda la oración simple y, desde luego, se hizo innecesario aplicar coma.
Pudieran redactarse como dos enunciados, más aún si hay un nuevo dato explicativo: «La obra es una farsa burlesca. Fue escrita por Jacinto Benavente, premio Nobel 1922». Esta última explicación coincide con el final del enunciado, por lo que remata con punto.
También propongo una explicación o dato complementario por enunciado porque cuando hay más, en ocasiones suele perder al lector, al redactor o ambos. De igual forma, no recomiendo incluir información complementaria cuando se trata de oraciones compuestas (dos enunciados simples o simple y subordinada). Eso hace muy compleja la lectura.
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