Arturo Miranda Montero.
Otra vez aumentó el precio del pasaje en Guanajuato. Otra vuelta a la tortilla.
Décadas con el mismo negocio de viudas. Y décadas de gobiernos inutilizados para dotar de transporte y movilidad a la altura. Unos ganan siempre sin mayor gasto; los otros, cómplices del atraso.
Los autobuses desvencijados en los que nos movemos son verdadera latas andando. Múltiples han sido los reportes de fallas, descomposturas, accidentes y toda clase de males en los chocolates traídos vaya usted a saber de dónde. Desde donde abarca la memoria.
Los concesionarios no pueden innovar porque se les está negado, dada la naturaleza de su modelo de negocio: ¿para que meterle inversión si no pagan los pobretones? Mejor, como se dice hoy, primero los pobres, a esos, que son la mayoría, les sacamos las ganancias a granel. Ni modo que no utilicen nuestros camiones. No hay más.
Y los funcionarios, esos que piden el voto una y otra vez, ni en cuenta: no saben treparse a una lata de esas para ir y venir, para siquiera darse baños de pueblo cotidianos; ellos tienen vehículos particulares a su servicio generalmente pagados con los dineros públicos.
Así que estamos otra vez en la espiral de siempre. Unos cuidando sus bolsillos y otros incapaces de hacer cumplir ley alguna.
¿Alguna vez habrá un ayuntamiento que les retire las concesiones a los viudos para ponerlas a concurso nacional o internacional para dotar a la ciudad patrimonio de la humanidad del transporte adecuado? A juzgar por los actores y lo actuado, nos llevará la tristeza todavía.
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