Enrique R Soriano Valencia
Muchas personas se incomodan cuando escuchan decir «Un vaso de agua»; y nos corrigen con «vaso con agua». No les falta razón… pero no en todos los casos es aplicable. Por lo tanto, en algunos es admisible «vaso de agua».
Las preposiciones en cualquier idioma ocupan un lugar destacado en los temas complejos del lenguaje. Se trata de palabras de enlace. Es decir, se ocupan de vincular elementos de una oración. Pero lo más importante es el matiz, el sentido introducido en la forma de vincularlas. Por ejemplo, no es lo mismo enunciar «Ir hasta casa desde…» que «Ir desde casa hasta…». Esa simple sustitución de preposiciones cambia radicalmente el punto de origen.
El problema de las proposiciones es que no tienen una definición muy precisa. Ningún diccionario las define con precisión incontrovertible. Por eso, con los ejemplos en los libros (diccionario o tratado) se pretende que el lector capte su sentido. De ahí que sea una práctica inútil pedir a los niños que se aprendan el listado de ellos. Es información no les ayuda a resolver aspectos prácticos del idioma.
¿Es correcto decir un vaso de agua? El razonamiento es simple: no existen vasos de agua. Ello es lógico, cuando la preposición de significa material (como mesa de madera). De ahí que sea comprensible que cuando pedimos agua, deba estar acompañada por un recipiente que la contenga, porque su estado no hace posible otra opción que la contención para que no se pierda o escape el agua.
Sin embargo, cuando se ingiere, es decir, se lleva esa agua adentro del cuerpo no podríamos enunciar «bebí dos vasos con agua» porque eso implicaría que el vaso también terminaría en nuestro estómago y eso no es algo saludable. Considere, amigo lector, que para referirse a la cantidad usamos la preposición de: «compré dos litros de leche». Por sustitución simple de palabras: «bebí dos vasos de agua» tiene exactamente la misma estructura y también la misma intención.
Otra preposición con dificultades es para. En estos días solemos pedir en la farmacia: «Jarabe para la tos». Eso no tiene un sentido claro o preciso. La preposición para señala rumbo o dirección. Considere la oración «Me voy para el norte». La preposición para significó hacia dónde se dirige algo. Un jarabe para la tos sería aquella sustancia que lleva hacia la tos; es decir, un líquido que provocará toser. Entonces, bueno para la tos sería ingerir algo muy frío.
El enunciado obvia la palabra combatir. Me refiero a que debía construirse la oración así: «Déme un jarabe para combatir la tos». Pero, claro, se trata de un enunciado un tanto complejo de construir. Por eso, lo más sencillo sería: «Deme un jarabe contra la tos». Lo mismo sucede cuando preguntamos: «¿Qué es bueno para las cucarachas?». Evidentemente, lo bueno para ellas será dejar restos de comida. Pero si queremos combatirlas debe usarse la preposición contra o añadir a la preposición para las palabras combatir o matar: «¿Qué es bueno para matar cucarachas?».
Un poco de reflexión ayuda a evitar decir una barbaridad.
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