Arturo Miranda Montero
Si usted se saca la lotería, de güey se la gasta sin ton ni son. A menos que sea de morena.
El dos de junio, las elecciones dieron al movimiento lópezobradorista el tercio mayor de los habitantes de México. Sus 35 millones los quieren transformar en todo el pueblo mexicano, esos que somos 130 millones. Se pasan de veras.
Dicen que tienen el mandato de las urnas para concentrar todos los poderes en sus manos: la presidenta, los legisladores y ahora quieren a los jueces.
Para ellos la vida es una tómbola, tom tom, tómbola. Por eso juegan sin mirar las consecuencias de sus actos. Pueden decir misa, pero de que los tribunales los van a decidir ellos, lo van a hacer. Sus justificaciones son las de siempre y que sirven para cualquier pretexto: todo es corrupción y solo el pueblo puede salvarnos. Amén.
Los legisladores levantan la mano para quedar bien. Sus rollos son los mismos de siempre: el pueblo y bla bla bla. La instrucción está girada y ninguno va a irse por la contraria. En ello les va la paga.
Pero la trácala nomás ve hacia los jueces federales y eso ya es un desmadre. ¡Elegir jueces cuando ni siquiera se sabe escoger pareja! ¡Quieren jueces electos y no pueden limpiar Chalco! La inepcia no casa con la democracia, hijines.
Fíjense, en algún transitorio de su iniciativa dice que las entidades federativas deben adecuarse en sus constituciones para renovar la totalidad de los poderes judiciales entre los años 2025 y 2027 “en los términos y modalidades que estos determinen”. ¡Santo desmadre, Batman! ¡Toda la república sometida a la locura político electoral de jueces! ¿Quién se hará cargo y cuánto costará la orgía?
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